La noche se cernía sobre la mansión. Llovía profusamente, y las gotas de agua, gruesas como cerezas, golpeaban los cristales con fuerza. El viento rugía entre las ramas de los árboles del jardín, haciendo que uno de los viejos robles arañase la ventana de uno de los dormitorios. Las nubes colisionaban, haciendo que el cielo se iluminase de tanto
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